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HORA BRUJA / EL ENCANTO DE DISFRUTAR Y SOÑAR




Estoy en ese Madrid que enamora con sus aires hechiceros y amables. Acabo de salir del Museo del Prado y me siento feliz de haber sido testigo inaugural de una sala dedicada exclusivamente a El Bosco (56A), que me ha trasladado a un mundo cargado  de imaginación y de arte. Salgo al exterior y me doy cuenta que a la paz serenísima y soñadora le suceden unos aires más prosaicos y hasta agresivos, pero no exentos de cierta dosis de belleza. Mi pensamiento en esos momentos roba una parte de la realidad que ante mí esta difuminada. Poco a poco vuelvo a ver y a despertar tras haber dejado por el momento tanta y tan cálida nebulosa. Pero inmediatamente me doy cuenta de que el encanto no ha desaparecido del todo, sino que ha cambiado de forma. Cruzo el paseo con la imprudencia de hallarme fuera del paso de cebra  y me siento justamente abroncado por la bocina de un vehículo, que me obliga a dar un salto hasta la acera que desempeña la función de refugio del viandante. ¡Qué mal lo he hecho! Prometo que si hay próxima vez... Mejor me callo, que eso de que "puedo prometer y prometo" me puede conducir a hacer de nuevo el ridículo. El caso es que pasa un niño de corta edad junto a su madre por mi lado, y no se le ocurre al chiquitón otra cosa que decirme  eso tan consabido "nene malo. Te daré un azote en el culete". ¿Donde habrá aprendido eso el muy capullo? La mamá se lo lleva corriendo, por si acaso, a tan infante criatura, y a mi finalmente me da por reír.
Recuperado el buen humor y la serenidad dentro de lo que cabe, vuelvo a mis momentos de ese dejarse llevar por una cierta placidez y así respiro una brisa suave que acaricia. Es el comienzo de otro paréntesis hermoso que invade mis entrañas. Sonrío, siento que se me ensancha de nuevo el corazón como si respirase los más delicados aromas que invaden nuestros sentidos. Me siento en un banco rodeado de árboles para volver a soñar despierto, aunque a ratos también con los ojos cerrados. ¿Habéis llegado a ver así algo imaginario que solo está en vuestra mente? No riáis si os digo que eso me ha sucedido en muchas ocasiones. Parejas que bailan un chotis, Ava Gardner danzando en el agua con dos apolineos y musculosos jóvenes en la película "La noche de la Iguana" o el desnudo del guante de Lauren Bacall en "Gilda". El caso es que de repente oigo cada vez mas fuertes los  ecos acordeonísticos de "Madeimoselle de París" y entonces digo hacia mis adentros, para después exclamar de viva voz: "pero si estamos en Madrid". "Chaval, que cada día estas peor...", me susurra ese Pepito Grillo que con tanta pesadez y un día tras otro, se presenta como el lado imperfecto y machacón de mi conciencia.
Frente a mí se encuentra Colette, una vieja y a la vez joven amiga que conocí en la "ciudad de la luz" tiempos ha, a orillas del Sena, con una carita muy risueña mientras paseaba su mirada hacia las rosas de un jardín, de las cuales le regalé una ante la permisiva observación  de un gendarme que contemplaba la escena, y que al pasar a mi lado no se le ocurrió otra cosa que lanzar una sonrisa complaciente mientras pronunciaba en forma de susurro y con  algo de ironía, esa hermosa frase de "Oh, l'amour cest l'amour". Fue cuando comprendí que París es también llamada con toda justicia la "ciudad del amor".  Tras entablar una inocente conversación sobre las ironías de Cupido en la que le dije tenia una de sus flechas clavadas en el corazón, con las consabidas risas añadidas, al momento se presentó el fornido y guaperas  de Jacques, con lo que mi gozo en un pozo. La afinidad entre estas dos nuevas amistades  es que formaban un dúo artístico, en el que ella tocaba el acordeón y el cantaba a lo Yves Montand.
No puede ser de otra manera y en mi vuelta al presente,  me cercioro de que a Colette la tengo ante mí, si bien ahora está sola. Es ella, lo que no sabía es que cantaba de una manera tan desgarradora, y por supuesto sigue siendo una virtuosa del acordeón. Con mayor fuerza que nunca he podido escuchar, veo y escucho como nunca hubiese he podido pensar, el "Himno al amor".
De repente suena una impertinente y nada amable  bocina, abro los ojos, y con rapidez un indigente me da un golpecito  en el hombro, me llama "Papu" y me pide unas monedas. Automáticamente y con un rostro inexpresivo por una sorpresa tan prosaica, meto la mano en el bolsillo y accedo a sus deseos. En el lugar donde estaba Colette se halla una nube blanquecina  envolvente que no deja ver. Sin embargo la situación también ha servido para darme cuenta de que cuando uno quiere ver las imágenes de sus pensamientos o recuerdos, vale con soñar, aunque sea despierto. Soñar e imaginar permiten hacer un guiño a la vida, aunque luego la realidad autentica sea dura. ¿Cuál es la realidad autentica?

MANUEL ESPAÑOL

Comentarios

  1. En breve, visitaré Madrid. Escapada al teatro y por supuesto me perderé en El Museo del Prado y la sala dedicada a Ell Bosco........
    A ver si consigo el encanto de "Disfrutar y Soñar"

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