La tía Cuqui, a caballo. (Dibujo: Pablo Español) A veces, demasiadas quizás, se me puede encontrar en tiempo muerto, con la mirada perdida y a la vez fija en el cielo terrícola. Da la sensación de que estoy hipnotizado. “¿En qué piensas?”, me pregunta el capullo de Pepito Grillo con su peor “mala milk”. Sí, claro, me refiero a la voz de una conciencia atormentada a veces y jocosa en otras, como es la mía. En esta ocasión me pilla de una manera tan de improviso, que soy incapaz de articular respuesta elegante, como es habitual en mi. Tan solo me sale decir que “en Mr. Donald Trump, so capullo”. “Ay, chico, -me suelta Pepito- no seas tan mal hablado. No me importa que me llames capullo, pero decir el nombre de ese americano USA, es de muy mal gusto”. Dejo la mirada fija y me oriento allá donde creo que está este “bicho” que se ha metido en mis entrañas y suele acompañarme a todas partes, y nos ponemos a reír juntos. Por una vez sin que ...
Se puede soñar a través de un viaje abierto por los espacios infinitos de la libertad, la cultura y el diálogo