Los vellos de mis brazos se erizan como escarpias. Siento la llamada del “tan tan”, de todos esos instrumentos que nacen en lo más profundo de la selva negra africana. ¿Dónde estoy en realidad? Lo mío es ignorancia pura y a la vez avanzo más y más ante la incertidumbre. El miedo se me va apoderando. Mi vista y mi cerebro sufren de unas alucinaciones que atraen con inmensa fuerza hacia un mundo fascinante cargado de tinieblas y a la vez sobrecogedor. Pero no sé si soy víctima de un sueño desde el confort de mi domicilio habitual rodeado de un alto grado de urbanita, que algunos confundimos con civilización avanzada. El caso es que dudo si despierto o quiero despertar para vivir a mi manera. La realidad, no sé si será exactamente verdad, pero me doy cuenta de que comienzo un despertar extraño sintiendo un asombro muy especial que no parece vaya a tener un final por muy feliz que con el que pueda llegar a encontrarme. Si es un sueño, prefiero no despertar. Nuevos mund...
Se puede soñar a través de un viaje abierto por los espacios infinitos de la libertad, la cultura y el diálogo