No sé exactamente lo que me pasa, pero hay días en los que me daría de bofetadas. Hoy es uno de ellos. A estas horas previas al sueño, antes de entregarme a los brazos de Morfeo, me he mirado en ese espejo antipático que hay frente a mi, y con la sola iluminación de la luz de mi candil me he llevado un susto que no sabría definir con calificativos que casi diría siento que son irreproducibles. Con mi espejo he mantenido las más destartaladas y a veces insultantes conversaciones. Ahora le estoy mirando y le odio hasta que siento enrojecer los ojos. Evidentemente parezco una montaña rusa con mis estados de ánimo cambiantes. Puedo estar en lo alto y sentirme el hombre más feliz del mundo, y en un descenso ultrarrápido hundirme en lo más bajo, allá tirado contigo, artilugio repugnante. Pero esto se acabó y quiero levantarme para alcanzar las cimas de la ilusión. Es por eso que te voy a hacer añicos y con toda la fuerza que soy capaz, te enviaré a las cloacas más profundas para que...
Se puede soñar a través de un viaje abierto por los espacios infinitos de la libertad, la cultura y el diálogo