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Ella es Sofía Loren, siempre en sus mejores tiempos |
No sé los motivos, pero lo cierto es que
son las 7.30 de una mañana primaveral y despierto con una risa absurda y loca.
Me carcajeo alelado como un mono que trepa por los árboles africanos, en medio un
despertar extraño, porque soñar que a tu lado una Sofía Loren en sus tiempos más espléndidos está a punto de
caramelizarme como si de un beso salvaje de miel se tratase, al parecer que tal
instante supera los conceptos más amplios de la ciencia ficción. “¡Ay qué
nervioso me pongo!, ¡Ay Sofi, que no acierto con palabra ni palabrota alguna,
que no sé qué decir, que no soy oportuno ni
para expresar: “la vida es muy hermosa contigo…” Y “plaf,” justo en ese
momento, siento dos sorprendentes bofetadas, una seguida de otra, y yo
anonadado. La autora es mi Jimena Medio Medio limón, celosísima ella, que
cuando siente la necesidad de venganza la reparte por partida doble combinando
a la vez su maravilloso lenguaje gestual
y la incontinencia verbal de la que sabe hacer gala cuando quiere imponer su
genio latino y sangre española con un descontrol que no me explico, y que me
deja con la expresión de un pícaro con cara de tonto.
Así que para sorpresa mía y como una
secuencia comienzo a notar la siguiente tanda de furia, a la vez que siento cómo
me cae por encima, lo que literalmente se dice “un jarro de agua muy fría que parece estar
sacada del congelador”. Las consecuencias inmediatas son mis gritos de hombre
asustado y los tacos que pronuncio, quizás un poco fuertes para lo que es mi
costumbre. Ya se me ha ido el sabor apacible de esa escandalosa alegría con la
que me gusta disfrutar, pero al cabo de un ratito trato de volver por el buen
camino, porque no me gustan los enfados ni las malas caras, porque siento y
presiento que con sentido del humor se pueden arreglar muchas cosas, y hasta
diría que casi todas. Así que intento sonreír y tomo sus manos con formas
acariciadoras, y ella poco a poco baja el tono de sus ímpetus. “¿Pero se puede
saber capullito mío por qué dices que “la vida es muy hermosa conmigo y después
me llamas Sofía Loren?, me dice esta Jimena mía, que para mi es mucho más explosiva que la perla
romana con aires napolitanos, ya recuperada y vuelta al empleo de una guasa tan
habitual en ella, aunque eso sí, con un ligero toque de mala “milk”. Y mi
respuesta siguiente es la habitual que suele producirse en casos como este:
“Pero Jimena, Jimenita de mi alma, no es lo que parece. ¿Con quien te piensas
que estás unida?” Ahora la gran risotada
viene por parte de ella con su determinante contestación: “¡Con un fantasma
soñador de mucho ruido y pocas nueces” . Y a mi, lo de pocas nueces me ha
sabido muy mal, porque lo de fantasmilla pase, que resulta noble reconocer que
algo bueno ya tengo, “si bien debes entender que al final no todo es artificio,
¿verdad tontuela?”.
“Pero mi fogoso Gabino –dice ella acercándose
de manera gatuna por el tejado de mi cabeza-, si no haces otra cosa que entregarme
oxitocina minuto tras minuto. Dame un besito…. Otro, más, más…” El caso es que
se me empieza a nublar la vista alelado como estoy. De repente y en momentos
tan inoportunos y cruciales, llamada telefónica: “¿Es usted el distribuidor de
Butano SLC? Envíeme urgentemente diez
botellas a la Nave XXL Pollito Bien”. Mi respuesta supera con creces los
límites tolerados para el buen lenguaje y nunca he sido más certero con el
dardo en la palabra, si bien se me ponen los ojos con mirada desorbitadamente
iracunda. Jimena, que ha sido testigo del intercambio de palabrotas me observa
colorado como un tomate y también se contagia ella de mi ataque verbal. “¡Me he
quedado sin nueces, me he quedado sin nueces, y eso no se lo consiento a ese
capullo integra... Con que botellas de gas butano! “Y repito: quiero un atracón
de nueces!”
¡Olé, que así me gusta mi chica! Descolguemos
el teléfono y quedémonos en paz, aunque no sea mas que por un minuto. Justo
cuando estiro el brazo para colgar, suena el móvil, que no lo había apagado por
la noche. Me va a escuchar este “tonto de baba. ¿Con quien tengo el disgusto de
hablar? ….. ¿Cómo? No me venga con
gilipolleces, que no son horas….
¿Cómo? ¿qué son ustedes de la Agencia Tributaria…?, ¿qué quieren que me
persone ya en el despacho de recaudaciones del sector KWWW. Porque soy una
persona educada, que si no les mandaría a ustedes y a todo su equipo allá donde
pican las gallinas. que no consiento que su Agencia recaudatoria inventada ni
nadie, metan sus narices en mis asuntos.
Cuelgo mientras mientras observo que Jimena
se encuentra pálida sin que le salga la articulación de palabra alguna. Me
vuelvo hacia ella y me parto de tanto
¡Ja ja ja Ja Ja ja! Pues no me han dicho
los geniales estos que eran de la Agencia Tributaria? Anda, tontina, calmémonos
un poco y tomemos una buena ducha con agua caliente”. Al final, a ella le sale
un contundente ¡NOOOOOOOOOOO!, para explicar a continuación que “hace dos días
concerté una cita con Hacienda para que nos ayudasen a hacer y presentar la
declaración de la renta, y muy amables ellos me dieron hora para las 11 de la
mañana de hoy. Si, m amor, perdona, pero entre tus risas y tus sueños con Sofía
Loren, se me habían incendiado los nervios y no me acordaba de contarte este
incidente. ¿Te he hecho mucho daño, ¿me perdonas?”
“Trataremos de arreglarlo de alguna
manera, que allí conozco gente muy
complaciente con sentido del humor, que les contaré de pe a pa lo que nos ha
sucedido, se partirán de risa y nos tolerarán. Eo sí, habremos de pagar lo que
nos corresponde, “porque Hacienda deberíamos de ser todos”.
¿Pero somos o no somos? ¡La de nueces que de
tantos tamaños que me han caído en tan poco rato!
MANUEL ESPAÑOL
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