Tras doce días caminando por el valle del Khumbu (Everest), damos por concluida nuestra fase de aclimatación. Hemos dormido 5 días por encima de los 4700 metros (cota del Campo Base del Dhaulagiri) y casi hemos alcanzado los 6.000, así que, por el momento, no está mal. Como todavía está activo el monzón, todos los días ha llovido (el último nos empapamos) y las montañas han estado cubiertas casi todo el tiempo, pero como el objetivo era entrenar, lo hemos llevado con deportividad. Aunque íbamos 5, Luismi y Parvaneh hicieron diferente parte del recorrido, así que casi siempre fuimos juntos Carlos Soria, Uxue (una amiga Navarra que también viene al Dhaulagiri) y yo. Uno de los militares de uno de los puestos de control nos bautizó como “el abuelo, la rubia y el otro”. Me gusta lo de “el otro”.
Por resumir lo que han sido estos doce días, me quedo con cuatro momentos estelares:
- 1) al comienzo del trekking mucha gente de los pueblos salía a nuestro encuentro. Nosotros, hinchados de ego, pensamos que era porque hemos ido tantas veces que ya nos reconocían. Nada más lejos de la realidad. Debido al atuendo que nos ha proporcionado nuestro patrocinador principal (Movistar), incluyendo la gorra, el chaleco y el maletín que lleva Luismi, resultó que se creían que veníamos a instalar la wifi (ver foto que nos hizo Ángel Pablo en el aeropuerto). Una vez se corrió la voz de que no teníamos ni idea de comunicaciones, volvimos al anonimato.
- 2) Decidimos subir al Campo 1 del Pumori para entrenar y que fuera nuestro cota más alta. Ahí el karma nos recompensó o algo así porque, tras 7 días caminando sin haber visto una montaña, de repente se despejó y tuvimos una vista brutal del macizo del Everest (ver foto). Al día siguiente se nublaría y volvimos a caminar dentro de una nube otros 4 días.
- 3) Al llegar al C1 del Pumori coincidimos con Kilian Jornet y con Andrejz Bargiel, galardonados como Exploradores del año 2014 y 2019 respectivamente por National Geographic, el primero por su historial y el segundo por haber sido la primera persona en descender esquiando el K2. Lo mejor es que ¡pidieron hacerse una foto con nosotros! (adjunta). Así que ahí me vi yo, junto a tres personajes que rompen barreras en el mundo del alpinismo… ¡y no me tocó a mi hacer la foto!
- 4) para evitar mojarnos demasiado, compramos unos paraguas. Esto llamó mucho la atención a un grupo americano con el que nos íbamos encontrando por el camino, que nos denominó “the umbrella team”. Al principio les hizo gracia, pero cuando el monzón les mostró dónde estaban, fueron corriendo a compararse sus paraguas. Por mi parte, yo, que soy un tío elegante, compré un digno paraguas negro de gran tamaño. Carlos, por aquello de la ligereza, optó por uno infantil, decorado con los personajes de la película Cars, de Walt Disney. Así que de nada sirvió que yo aportara un poco de dignidad al grupo, porque el paraguas de Carlos nos la hundía, al tiempo que le hacía sospechoso de haberle robado el paraguas a su nieto. Eso sí, a la primera ráfaga de viento mi paraguas se tronchó como si fuera de bambú, mientras que Rayo MacQueen aguantó el envite como si nada. Asumí mi derrota con dignidad y sin perder la compostura: el año que viene me compro uno de Cars.
Tras un vuelo emocionante en avioneta llegamos a Kathmandú. Ahora tenemos un par de días para descansar, recuperar los kilos perdidos y preparar todo para ir al Campo Base en helicóptero. De momento yo me he venido con 2500 fotos y unos 8 kilos en rocas. Ya desde el campo base mandaré mas noticias.
SITO CARCAVILLA (Montañero y geólogo)
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