FOTO: M.E.
Parece que la vida se me escapa. Pero mire por donde mire me doy cuenta que al mismo tiempo estoy rodeado del buen existir y de un atrapa sueños que me lanza por los espacios más elevados que bajan suben permanentemente. Mis ilusiones son muy altas y muchas veces cierro los ojos, pero la vista me acompaña hasta la cima de la tierra, de allá hasta no se sabe donde llegan los sueños, siempre son necesarias las más altas dosis de imaginación. Sí, vuelo y vuelo, y subo sin cesar, y me siento ser un alegre soñador; uno que llega a verse incluso superando los 8.848 metros, como altitud máxima del terrícola Everest. Quiero ser el hombre más alto de este raro Planeta Azul, uno de aquellos seres que atravesando los espacios celestes ansían escenas aparentemente mágicas que dan la sensación de alcanzar un realismo no sé como debe ser calificado. Un poco loco, ya diría que estoy, pero lo siento así, y… ¿qué le voy a hacer? Veo que no tengo remedio, pero me siento libre y sin complejos, apropiándome poco a poco de la sensación más bella que pueda darse en un ser que aspire hacia las más insolentes cumbres humanistas. Lo que sí está claro, es que los pensamientos, la imaginación, no deben de ser amarrados jamás, al igual que la libertad de expresión por muy tarada que sea. Hay que seguir siempre adelante, siempre hacia arriba, nunca reblar. Es lo que tratamos desde hace un tiempo, mi caballo alado y yo, que unidos sin pausa alguna nos sentimos iluminados por la luna de Julio Verne y las estrellas belenistas por las que me quiere llevar “Campanero”. Con todo ímpetu y energía dibujamos volteretas por el firmamento ¡¡Ea, caballito blanco, no te dejes sentir por las heridas tan crueles de los ataques del mistral! Que nunca sufra tu corazón, vuélvete de vez en cuando hacia atrás, lánzame tus sentimientos nobles y sensitivos que siempre dicen al hermoso brillar de tus rayos proyectados. Así se conseguirá que brille el líquido lagrimal que como siempre ha de discurrir desde tus ojos nobles excepcionalmente de color azul y gracias a tu sentimiento que galopa. Lo sé, entiendo tu idioma. Las lágrimas que se desplazan desde tu vista penetrante, un sentido del humor salpicado por las diversas línea irregulares sigue las rutas: de los elegidos, desde donde comienzan a tomar carta de naturaleza hasta llegar a tus metas sin límites aparentes que no conocen barreras
Continúo y no ceso siguiendo las huellas de personajes ejemplares como es el caso de los más grandes hombres y mujeres de la historia de las más admiradas hazañas. ¿Existieron como dioses?. ¡Qué locura nublada y de extrañezas sin conocer la medida de los lanzamientos! Los seres humanos somos extraños y raros por una naturaleza desmedida que nos ataca. En todo caso seríamos como dioses del Olimpo, con lo cual…. Bueno, mejor que me calle. Me callo. Cada uno que lo interprete, cada uno que lo entienda a su manera y siga las huellas de la imaginación, de esa imaginación que está llena de sonrisas, de lanzas hirientes y agudas.
Acabo de pasar la Cima del Everest, pero aún me queda mucho para alcanzar la luna y pasear por su superficie tal y como lo hicieron Armstrong, Aldrin y Collins, en julio de 1969. Todavía hay quien pone en solfa la realidad de las fechas, incluso la realidad de la llegada del ser humano a la luna. Han pasado 51 años desde entonces, y en este tiempo contabilizado hasta el inicio de 2020. La imaginación ha sido superada, pero todo indica que las primeras y muchas más huellas espaciales, aunque todavía se cuestionen, muy pocos son los que aún piensan que se han registrado falsedades. “¿Tu qué crees mi caballito alado? Y no te rías de mi, que como empecemos…”. ¿Tomamos el sendero sin fin?
¿Y ustedes, qué piensan?, ¿quién está más loco?
Que me perdonen las cabras.
MANUEL ESPAÑOL
pero un gran salto para la humanidad
pero un gran salto para la humanidad
pero un gran salto
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