El ciclo
vital es un enigma permanente. No sabes por qué
naces ni a dónde vas a partir de entonces,
y cuando te quieres dar cuenta llegas a la edad media avanzada ( o muy
avanzada) y te enteras que eres un ser humano aprendiz de todo, que te queda
mucho por delante y puede ser que no llegues a nunca a todo. Te creías que Cristóbal Colón descubrió América y luego te dicen que sí.
Pero... algunos piratas de las islas
"Brexit" te cuentan que eso es una barbaridad, que el mérito del descubrimiento
es de los corsarios de Su Graciosa Majestad, siempre los primeros en
todo. Te Crees que dos más dos son cuatro, y llega el
Rajoy o el Rodriguez Zapatero de turno y te aseguran que eso será en matemáticas, que en política no está demostrado, y que siempre
caben los milagros sobre los que nunca oso pronunciarme en público. Y luego te
cuentan que el pequeño David mató al gigante Goliat, algo difícil
de digerir incluso para un niño de cinco años. Pero si es que al final las tragaderas se te han cegado… Y cosas parecidas y de distinto calibre, hacen que a pesar
de todo hagas unos planteamientos que te vuelven aun más discapacitado mental de lo
que eres en realidad. Vamos, estoy a punto de volverme loco. "¿Mas aún?", me dice el pesado de
Pepito Grillo que siempre me ve como presa propiciatoria de sus continuos
ataques. "Pues bien, Pepitin de las pituitarias. Eres un buen sabedor de que
como aragonés que soy, y de que algunos inspirados como tu me
llaman don erre que erre, insistiré una y otra vez hasta dar con la solución a los enigmas sin fin que nos rodean. "¿De todos? Ja ja ja ja....", y de esta manera suenan
unas carcajadas corales de la mas baja estrofa.
Me da igual, que lo que debo hacer es
aprovechar que estoy en mi Biescas del alma rodeado de las más bellas montañas, que es pronto y que hoy
que hace un día espléndido. Debo subir en solitario a la cima de Erata a fin de
meditar sobre ese "ser o no ser" que nos plantea Shakespeare en su
"Hamlet". En realidad debo
confesar que no estoy muy seguro de las soluciones que proporcionen mi plan de
meditación, pero por lo menos resulta
muy claro que algo de mi cerebro se verá medianamente oxigenado.
Antes de
partir, tita Cuqui me dice por teléfono que me pase por su casa,
que me tendrá preparado un buen bocadillo y me llenará la bota de vino tinto del Somontano. Y como ofertas tan
generosas como las de la tía no se deben rechazar, allá que me planto. Consejos: "Ponte la gorra para el sol,
llévate un par de bastones, ponte
la crema de protección solar, ¿Has metido en la mochila ropa seca? Ahhh y no tengas malos
pensamientos". "No te preocupes , que lo que quiero hacer es meditar
sobre la vida como enigma permanente ", le respondo poniendo una expresión falsamente mística. Ella me dar par de
besos, después se ríe de una manera sonora y me dice eso de que "tu y tus
meditaciones... Y no te olvides de ser prudente, que como a la noche no estés aquí llamo a la Guardia Civil... Y si ves a Paco por el monte
con sus vacas, que te ordeñe para mi un litro de leche,
que ya se la pagaré". Llevo diez minutos de
caminata, aún no he salido del pueblo y a
mis espaldas oigo el trotar de un caballo; es el de la tita, que viene gritando
a pleno pulmón para que me detenga.
"Que he pensado -asegura- que no te he dado un café y no sé si has desayunado. Dejo aquí el caballo y nos lo vamos a tomar ahora mismo". En el
bar nos encontramos con mi vecinita Lucrecia, con aspecto de auténtica mochilera y que ha dejado al marido en Inglaterra.
Tita se entera que los dos vamos a iniciar excursiones en solitario, y nos dice
que "no es bueno ir a la montaña en solitario, que eso
resulta muy peligroso". Me pongo tozudo y antes de que Lucrecia diga algo
le comento que me voy a Erata, que voy a meditar sobre la vida. "Me encanta"
dice ella con rotundidad. Sonríe y asiento forzadamente. Como dijo aquel, "la suerte está echada".
Para
colmo, Lucrecia me propone tomar su todoterreno
y subiremos en él hasta Barbenuta o Espierre,
que dejaremos ahí el vehículo y continuaremos a pie hasta la cumbre, que de esta
manera ganaremos tiempo. La idea le parece a Cuqui fantástica, que vendrá finalmente con nosotros hasta
Barbenuta y que una vez allí ira a ver a Marcelo para
después volver todos juntos a
Biescas. Pongo cara de pocos amigos, y como
tita se da cuenta de la escasa gracia que me hace el asunto y también es de las que no reblan nunca, antes de que la vecina se
muestre sumisa me dice medio en broma medio en serio: "lo siento, pero se
hará lo que Lucrecia y yo hemos
acordado". Muestro una sonrisa cargada de cinismo y ella me suelta:
"Sobrinito, los votos de las mujeres vale por dos, y los de los hombres solo por uno. Así que por 4-1 ganamos nosotras por mayoria absoluta"
Pues nada, lo que digan Sus Señorias, que vuestro Gabino se
pasa a la oposición".
A pesar
de todo disfrutamos intensamente, pues debo de reconocer que mis dos acompañantes son encantadoras. Llegamos a Barbenuta, nos reciben
el primo Marcelo acompañado de su mujer, dejamos ahí a Cuqui y a modo de hasta luego me dice: "y tu Gabino
no te olvides pedirle a Paco la leche". "¿buena o mala, tita?" le digo con toda mi ironía. Ella lo capta y con las mismas maneras me lanza una
piedra que provoca mi risotada y la de Lucrecia.
Durante
la ascensión Intento hablarle a mi compañera sobre el ciclo vital, y ella un tanto envalentonada me
dice que no me ponga en plan filosófico y que disfrute de las
hermosas vistas que nos contemplan. Y Así con esas vamos, cuando se
vislumbran las vacas de Paco, que pastan en un prado. Mi amigo me avisa y dice
que ya tiene preparada la leche de Cuqui, que le ha llamado ella al móvil, y que se la regala. De repente uno de esos animales
con cuernos la toma con la vecina ante el pánico
de esta, la risa de Paco y la seriedad mía. Al final ella cae sobre la
hierba, se inclina la vaca y le lame cariñosamente hasta que un quite de
Paco se la lleva a seguir comiendo de la naturaleza. Naturalmente, ella nos
dice que vigilemos a los animales, que le demos la espalda y de esta manera se
baña en la acequia que baja con
algo de agua. Vuelve el sentido del humor, saco la bota de vino y el pastor
prepara unas migas campestres exquisitas que hacen nos olvidarnos de la cumbre.
¿Y qué hay del enigma sin fin? Pienso que lo dejaré para otro día de mayor inspiración. Y no se lo diré a nadie para poder irme solo.
Además me escaparé con un tienda de campaña
para poder soñar a mis anchas. Por hoy,
descanso.
MANUEL
ESPAÑOL
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