La historia se remonta a muchos años atrás, casi diría siglos. Sin embargo para mi comenzó algo pasadita la primera mitad del siglo XX. Acababa de llegar con mi padre a Toulouse (sur de Francia) en inicial experiencia viajera, y mis ojos y mente se desorbitaban ante la presencia de un mundo nuevo, en el que todas las gentes hablaban en un lenguaje desconocido. “Mon petit ami, ou quel beau garçon, comme c'est gentil ...” (Mi pequeño amigo, o qué niño tan guapo, qué simpático...) eran las únicas frases que entendía, aunque a medias, especialmente cuando me acariciaban la cabeza removiéndome los caracolillos simpáticas señoras de los tiempos de “Maricastaña”, pero que entonces estaban de mejor ver. Lo digo así porque estaba el otro día en casa en plan revoltoso enredando por una especie de desván, vi una foto en la que había apuntada una fecha en la que figuraba yo junto a las que pensaba eran esas dos señoras. Ahora de aquella cabeza infantil ha qu...
Se puede soñar a través de un viaje abierto por los espacios infinitos de la libertad, la cultura y el diálogo