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A MI MANERA / DESDE BARCELONA, TRAS LAS HUELLAS DE NAPOLEÓN

Residencia de Carles Puigdemont en Waterloo. Tiene una extensión de 500 metros cuadrados y el alquiler mensual supone un desembolso de 4.400 euros.



Mis respetos y mi piedad por la suerte que se le echa encima, señor Puigdemont. Negros nubarrones se ciernen sobre sus espaldas. Cuide con los rayos, que arrasan. Lo suyo no es precisamente un ejemplo de valentía ni de inteligencia, pero como suelo ponerme siempre de parte del más débil, voy a intentar hacer un ejercicio de imaginación para tratar de ayudarle a fin de que no se despeñe por un precipicio y acabe con su cabeza aún más destarifada, que ya es decir. Un mal día decidió proclamar la independencia de Catalunya en forma de República (¿no queda más universal escrito Cataluña?). Una o dos jornadas después, usted desapareció del Palacio de la Generalidad (¿o Generalitat?) y nadie era capaz de dar razones sobre su paradero. Usted quería seguir tras las huellas de Napoleón, pero nunca ha sido emperador y le queda mucho camino por recorrer. Recurriré a la interpretación apócrifa de una frase de la novela de Emma Orozy, “La Pimpinela Escarlata”, que indica:  “Los buenos españolitos le buscamos por aquí, le buscamos por allá, le encuentran en el cielo, o en el infierno se halla. Donde estará el ex alcalde de Gerona? La respuesta es o parece ser clara: Mising (Desaparecido) ¡Ay capullo de alhelí, la que ha liado con su tupé incluido! El caso es que hace poco llamé a Montse, una funcionaria de la masía suya de la plaza Sant Jaume, de Barcelona, que además es amiga y me dijo que  no me pusiese en plan testarudo, que no me lanzase en persecuciones marxistas (Groucho Marx) que no llevan a ningún lado. Pero este plumilla que siempre anda en busca de primicias, realizó todas las averiguaciones posibles y se dispuso a seguir huellas  por caminos de zarzas  lodos y demás desperdicios. De repente en un día que me pareció crítico en ese ”abandona y corre” que le persigue como bandera no estelada, pasó por mi lado a toda velocidad, y casi sentí el atropello por parte de un vehículo oscuro todo terreno. Me dije en ese momento que allí estaba camuflado Carles Puigdemont. Me quedé con tras palmos de narices cuando a continuación vi otro coche TT, al que hice parar para decirle que “estoy haciendo autostop hacia Francia” y  el conductor me sonreía. Puso rostro de sorpresa y preguntó con acento catalán si yo era Pere, y le contesté que “me llamo Gabino y me conocen también como el loco surrealista, pero si me lleva hacia Avignon le quedaré muy agradecido”. El otro, que no paraba el motor en ningún momento, me tomó a broma, me lanzaba un beso con la mano derecha, diciéndome “petons”. Cerró  la ventanilla y se largó a  toda velocidad el muy maleducado. Pero no quedaba  ahí la cosa, que a continuación y un poco a lo lejos, se vislumbraba otro coche grande de color verdusco ocupado por dos personas, que resultaron ser miembros de la Guardia  Civil. Pararon a mi lado y me pidieron  la documentación. “Usted se llama Gabino Capuleto y está casado con Jimena del Arco”. Me quedé atónito, porque lo de mi nombre parece estar muy claro, pero el de mi medio limón no entiendo como se habían podido enterar. Prosiguió  muy atentamente uno de los investigadores, mientras el otro se dedica a mirar los horizontes  a través de unos prismáticos: “Tranquilícese, que no estamos aquí para plantearle problema alguno, sino para que responda a unas preguntas muy sencillas.
Guardia civil 1.- ¿Vive en la avenida Torres Blancas, de Zaragoza?
Gabino: Si, señor.
GC1.- ¿Tiene un coche Hyundai color rojo?
G.- Si, señor. Maravilloso, son ustedes más sagaces que Sherlock Holmes. ¿Como se han enterado de todo esto?
GC1.- Muy sencillo. Doña Jimena llamó a la Comandancia de la Guardia Civil para denunciar su desaparición, que lleva más de cuatro horas intentando hablar con usted y debe tener apagado el telefonillo.
G.- ¡Ay madre del amor hermoso,  para colmo me he dejado el teléfono en el coche.
GC1._ No, si es que estos senderistas salen de casa sin las debidas precauciones y luego pasa lo que pasa, que se caen en plena caminata, se tuercen un tobillo, no se pueden levantar y se han quedado mudos tras el susto. Menos mal que estamos ahí nosotros, “siempre al servicio de los demás”. El cabo Camilo siempre a sus órdenes (y se cuadra). Y ahora, ya que todo está algo más aclarado, dígame que pretendía ver por estos andurriales tan inhóspitos. Por cierto, que para la tranquilidad de usted, su señora no se ha puesto todavía de parto.
G.- Lo que me faltaba, y a estas alturas..., aunque no se, déjeme que lo piense con detenimiento, amable agente.
GC1.- Concretando, o estaba practicando senderismo o trataba de otear la zona para ver si hay buenas piezas de caza. Me ha caído usted bien y voy a serle claro: esta es la mejor zona de caza que hay por el entorno, especialmente para capturas de perdices y  conejos.
G.- No, nada de eso, que no me gustan las armas. Quería localizar a Carles Puigdemont, que a mí no me extrañaría intentase cruzar la frontera por pasos no vigilados al despiste de ida y de vuelta. Mire, voy a serle franco. Soy periodista y me hallaba a la búsqueda de una exclusiva. Eso si, han pasado por aquí dos coches que me han parecido sospechosos, y lo que ocurre es que los capullos de sus conductores me han hecho cuchufletas. De haberlas tenido a mano les hubiese lanzado unas pedradas...
GC1.- Tranquilícese, que el empleo de la violencia nunca es bueno. Ahora piense en su mujer, que nosotros le llevaremos hasta su coche y si tiene batería podrá llamarle, y si le falla el teléfono le dejaremos el nuestro. “Ya sabe, la Guardia Civil, siempre a su servicio”. Ah, y si se entera de algún detalle sobre el ex presidente de la Generalitat (insisto en Generalidad), aquí  tiene anotados nuestros teléfonos.
El caso es que una vez en el punto de partida en  estos lodazales,  me encuentro con el teléfono en condiciones de hacerle funcionar, llamo a Jimena y aclaro la situación, si bien ella ya había presentido algo parecido.
Hoy estoy en mi domicilio zaragozano y me hallo bien enterado de que Puigdemont se ha establecido en Waterloo, tras su estancia hospitalaria de Bruselas, que ha alquilado allí una estancia monumental intentando seguir los pasos de Napoleón. Que fue allí donde el emperador francés perdió su imperio y el trono en la batalla del 18 de junio de 1815, iniciando su exilio en la Isla de Santa Elena. “Usted ha querido seguir sus pasos y se ha dado buenos tropezones. Ni Cataluña es un imperio, sino una tierra que en su tiempo perteneció a La Corona de Aragón y a la que ahora le profeso un gran cariño, porque forma parte de esta España nuestra, por más que usted no quiera”.   
“No pretenda hacer magia barata cambiando constantemente de declaraciones y criterios, que si le llaman “El mago de Waterloo” pone las carcajadas facilonas en bandeja.
” Por cierto, ¿no tiene cargo de conciencia de haberse fugado de esa Cataluña que  tanto dice amar y dejando a su suerte en la cárcel  a los compañeros de aventura?  Su imperio que nunca existió, se ha acabado. Lo demás son cuentos”.
Como diría mi admirado y añorado Forges, “País…”.

MANUEL ESPAÑOL












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