De
cabellos negros, rostro picarón, mirada alegre, pasea por la madrileña Plaza Mayor, se llama Paloma, y es mas chula... Lleva mantón de Manila que cubre los hombros y en parte un traje
ajustado casi hasta los pies, mientras que en la cabeza porta un pañuelo de seda que deja asomar un par de claveles situados casi en la frente.
Los hombres se vuelven al pasar y
despierta unos silbidos que le ponen un tanto nerviosa, pero ríe al mismo tiempo que acentúa
mas el movimiento de sus caderas. Este Gabino que se halla embobado por la visión, lleva gorra
visera, se la quita y le dice al paso eso "guapa, pareces la emperatriz de
Lavapies". Es cuando me tengo que escuchar un requiebro hermoso como
contestación: " Lo soy, galán castizo, ¿donde vas con tu cuerpo
serrano?". Me quedo mudo, no me lo esperaba, y ya no sé qué contestar ante
situaciones como esta. Que bellezones
como ella y con un salero muy especial ya están
acostumbradas a los piropos, que al revés puedo asegurar no es mi
casos. Paloma no pierde la sonrisa, y menos cuando un pollo de cerca de dos
metros, también con visera y pañuelo blanco al cuello, me da un toque en el hombro, me sonríe y me dice: "te felicito joven, tienes el mismo gusto que
yo. Me llamo Felipe, y Paloma, que está que se parte de risa de ver como
hacemos gili, es mi mujer". Me
acuerdo de Federico García Lorca y pienso en eso de que
"creí que era mozuela, pero tenia
marido". Confieso que mi medio limón se llama Jimena, que también es muy graciosa y mis novísimos
amigos me dicen le llame por el teléfono móvil y nos vamos los cuatro a
bailar el chotis junto un grupo de gente
divertida que ha quedado dentro de una hora en las proximidades del Palacio de
Cibeles, "porque con la pinta que
tienes no vas a desentonar de estos loquillos. A ver...". No puede ser, que Jimena
se ha quedado en Zaragoza, y cuando les comento la situación, la amiga me pregunta que si me gusta el chotis, cuando
la verdad es que me encanta, que muchos días cuando me levanto lo canto
y lo bailo bajo la ducha. Se produce una risa a tres inigualable, la dama se
pone en medio de los dos hombres, nos toma del brazo, y con aires cantarines
suelta un "vámonos los tres a la
verbena". "¿A estas horas de mañana?", añado yo. "A estas horas, si señor, que nos vamos a la Verbena de la Paloma, que para eso
tenemos aquí a esta tortolita, ¿verdad que si, Palomina?". Mientras se van, desde un
altavoz suena la mazurca de las sombrillas, de la zarzuela "Luisa
Fernanda", de Moreno Torroba. El buen ambiente está garantizado, mientras que
Felipe y la emperatriz de Lavapiés, de vez en cuando se marcan unos
pasos cargados de gracia que arranca los sonoros aplausos de un público entusiasmado que pronto se convierte en apreciable
numero de seguidores. Y nosotros tres delante, incluido este loco
surrealista que no sabe cual es su papel. Solo sé que me siento feliz, aunque
no evito pensar en lo que me espera,
porque al final confieso que no se bailar, que puedo estropear los pies de mis
parejas, que soy muy pesado, que a quien tengo que mirar, a ellas a la cara, a
sus pies o a los míos. Me entra un mareo acompañado de unas ganas de reír...
Y en esas
estamos cuando llegamos al Paseo del Prado, a una pequeña explanada que da a la fuente de Cibeles. Pepe y Pablo
hacen pruebas de sonido. Suena el chotis "Madrid", del mexicano Agustín Lara, "Viva Madrid" a través de la voz de Esperanza Roy, y hasta el "Pichi",
mientras Ady y Carmina ensayan unos pasos de baile. ¡Ay madre, la que parece que se va a armar...! En esas se
halla la situación cuando llegamos nosotros
tres y rápidamente Paloma y Felipe se
incorporan a los preparativos casi sin mediar palabra. Y como no se hacer nada, repito, alli que me quedo como un poste telegráfico, eso si, con gorra visera
y con un pañuelo al cuello que me han
prestado.
Se me
ocurre que entre una morena y una rubia podría
hacer de don Hilarión, pero me dicen que en el programa no hay palabra hablada.
Felipe, que es muy agudo, me quiere
integrar de tal manera, que no sele ocurre otra cosas que yo sea el abanderado,
si, el que sujeta el estandarte y se está quieto, pero para desgracia de ellos mientras los otros bailan y
arrancan aplausos al final no me resigno a la quietud y me da por moverme rítmicamente alrededor del palo de madera, mientras intento
poner cara picarona lanzando besos al aire a las propias bailarinas y hasta a
alguna dama estupenda que se halla entre el público. Que lo de hermoso y
castizo no se ha repetido, cuando casi me lo había
creído. Eso si, he visto bailar el
chotis como nunca, y todo gracias a unos auténticos artistas. Me ha entusiasmado Pablo, el mas veterano de
los seis (¿o siete?), quien, movido por
los impulsos de Ady, y haciendo uso de una sola pierna, se ha marcado el chotis
mas espectacular que he visto en mi vida. La pobre y guapa Carmina, me ha
sacado a bailar, y entre el pisotón que le ha dado y la caída que he tenido por intentar emular a Pablo, he provocado
una risotada general. Menos mal que el semtido del humor sirve para algo.
MANUEL
ESPAÑOL
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