Llevo unos días lejos de mi mismo. ¿He perdido el sentido de humor? "Eso nunca primo,
que si sigues por ahí te volverás feo e insoportable", me decía Ramón Ruba con toda su
guasa en una de nuestras conversaciones. Así que seguramente por influencia suya, hoy
ha vuelto la sonrisa a mis labios y el brillo a mis ojos. Ramoné ha dicho que hasta luego,
y el muy puñetero, eso si, nos ha regalado unos tesoros de incalculable valor: sus
recuerdos. Son muchos los años acumulados de estrecha convivencia con él desde que
llegué a Biescas en tiempos en los que el autobús de La Tensina hacia parada en Casa
Chances, sí, el estabkecimieto regido entonces por Pilarín y Avelino. De esta manera el
viejo autobús seguías las huellas de su vieja antecesora la diligencia tirada por caballos,
que no conocí, pero de la que tanto me han hablado y hasta he podido saber de sus
imágenesr a través de viejas fotografías.
He dicho que hoy me ha vuelto la sonrisa, cuando me vienen a la memoria momentos de
lo más entrañablemente chocantes. La Famlilia Ruba, que en siglo y medio de historia
acumula anécdotas y momentos para escribir varios volúmenes, tenia una relación de
afinidad con el escritor galo Dominique Lapierre. El autor de "Esta noche la libertad",
habitual visitante de la casa, en una de sus estancias y mientras estaba cenando, recibió
la notificación de un premio internacional muy relevante, hasta el punto de que en un
corto espacio de tiempo llegó un fax de felicitación procedente del Palacio del Eliseo y
firmado por el presidente de a República, François Mitterrand. Ramón, muy profesional y
discreto no perdió la calma pero no pudo evitar que se le pusieran los ojos como platos
cuando vio aparecer por aquel artilugio, la carta de "Monsieur le president". Como muy
buen profesional y discreto que era, rápidamente se la entregó al interesado, y no sé si
pidió permiso a Lapierre para fotocopiar y guardar el hilo directo con Mitterand.
Reconozco que en mi caso personal hubiese hecho la fotocopia y después hubiese
solicitado permiso. Claro, que yo soy menos respetuoso que él. En realidad fue una
anécdota mas para las entrañas de Casa Ruba, que ha seguido dando juego hasta ahora,
independientemente de la visita real de Balduino y Fabiola, de la noche de bodas de un
ilustre periodista, de las consultas que por allí pasaba periódicamente un afamado
curandero del Valle de Tena. También en esta casa ha estado Fernando Alonso, y Juanito
Oiarzanal, Fernando Garrido, Carlos Pauner, Teresa Zabel... Colmo valoración mía
añadiría que en torno al lugar, que me atrevo a calificar como la Casa de Biescas, se
podría escribir igualmente una antología de HOLA hasta la actualidad, pero en versión
pelaire, que para mi seria mas interesante. Que testigos hay para estas historias y de
todos los colores. Eso si, que nadie se ponga colorado, que si se portan bien no daré
nombres.
Mi historia con Biescas, la tierra en la que he crecido y hasta formado, se remonta
también a tiempos en los que la calle principal era La Esperanza y la paralela la calle
Mayor, y en ambas el firme era de tierra por el que las vacas volvían de sus pastos para
entrar en las cuadras, no sin dejar los restos de la hierba digerida. Soy pelaire, y a mucho
orgullo, desde el día que entré por la puerta de Casa Sebastián. Suelo decir que los de
Biescas somos como los de Bilbao, que nacemos donde nos da la gana. Alli me recibió
una familia, la autentica, la mía, en la que fui uno más enormemente querido. No hay
palabras que puedan definir el cariño tan inmenso que recibí desde el primer momento.
Que con cariño me llegaba igualmente alguna bronca a todas luces merecida. Por poner
algún ejemplo, cuando me sorprendían robando fruta de los arboles a los cuales me
subía. El abuelo me reprendía, la abuela me tapaba, mis tíos y tías y tías abuelas, y hasta
mi padre se reían en ujn silencio que yo escuchaba, mientras que a mi madre le
correspondía ponerse seria. Recuerdo todo eso y me rio, colmo me rio ahora de las
travesuras que hacen mis sobrinos, y las de los hijos de los primos hermanos, mas
sensatos que servidor de ustedes y de Cristo bendito. Admito que se me diga exagerado,
pero bien es cierto que para mi Biescas es el autentico paraíso de los paisajes
maravillosos, de la gente buena y hospitalaria. Y que no me diga nadie pelota, que me
enfadaré. Digo lo que siento y eso es irrebatible.
Alli tuve mi primer par de esquís. Fue un dia en el que los niños como yo aprovechamos
una nevada muy intensa y nos fuimos por los costeros de Jarandin a lanzarnos y a
estrellar nuestros cuerpos por las pendientes. Los otros chicos me dejaban sus tablas de
cuba y ataduras con cuerda para que disfrutase como ellos. Pero me sabia muy mal que
tuvieran que limitarse a contemplar mis lanzamientos nada ortodoxos. Apareció esa
jornada un chico mayor que nosotros, hijo de un guardia civil del cuartel del pueblo, y me
dijo que si le daba un duro (5 pesetas) me conseguiría unos cubanos muy buenos.
Sacrifique mi propina, pero al dia siguiente esquiábamos todos y hacíamos unas risas
que bien merecieron mi sacrificio económico. Si, que en juergas de este tipo estaban mis
amigos Pepe, Juan, Jorge, Manolé, Pedro, Kiko, Eduardo, Toñin Campo, Toñin de Casa
Chorros, Ramon, Jesús, José Mari... Algunas chicas se apuntaban a este equipo de
delincuentes bondadosos, y a veces eran mas terribles que nosotros. Jugábamos a
policías y ladrones (yo siempre ladrón), cazábamos gamusinos por la noche en La
Conchada, y hasta en grupitos secretos nos dedicábamos a fabricar pólvora casera, que
ahora la traen los feriantes con todo hecho.
Luego vendría la generación de mis primos encabezada por mi hermano Kiko, pero ellos
me seguían a larga distancia, aunque también disfrutaba felizmente de su cariño y hasta
con cierta dosis de malicia.
Esto no es mas que una parte del anecdotario que como viejos amigos y viejos primos y
hasta colegas comentábamos Ramón Ruba y yo entre risas y risas, y a veces entre
güisqui y güisqui. No hace mucho me decia: "Como buen pelaire que eres, debes de
escribir mas de Biescas". Lo intentaré, Ramón. No se tratará de un deber, que Biescas
se ha convertido para mi en un paraíso hacia el que siempre seguirás queriéndonos con
tu sonrisa desde allá donde estés.
MANUEL ESPAÑOL
que si sigues por ahí te volverás feo e insoportable", me decía Ramón Ruba con toda su
guasa en una de nuestras conversaciones. Así que seguramente por influencia suya, hoy
ha vuelto la sonrisa a mis labios y el brillo a mis ojos. Ramoné ha dicho que hasta luego,
y el muy puñetero, eso si, nos ha regalado unos tesoros de incalculable valor: sus
recuerdos. Son muchos los años acumulados de estrecha convivencia con él desde que
llegué a Biescas en tiempos en los que el autobús de La Tensina hacia parada en Casa
Chances, sí, el estabkecimieto regido entonces por Pilarín y Avelino. De esta manera el
viejo autobús seguías las huellas de su vieja antecesora la diligencia tirada por caballos,
que no conocí, pero de la que tanto me han hablado y hasta he podido saber de sus
imágenesr a través de viejas fotografías.
He dicho que hoy me ha vuelto la sonrisa, cuando me vienen a la memoria momentos de
lo más entrañablemente chocantes. La Famlilia Ruba, que en siglo y medio de historia
acumula anécdotas y momentos para escribir varios volúmenes, tenia una relación de
afinidad con el escritor galo Dominique Lapierre. El autor de "Esta noche la libertad",
habitual visitante de la casa, en una de sus estancias y mientras estaba cenando, recibió
la notificación de un premio internacional muy relevante, hasta el punto de que en un
corto espacio de tiempo llegó un fax de felicitación procedente del Palacio del Eliseo y
firmado por el presidente de a República, François Mitterrand. Ramón, muy profesional y
discreto no perdió la calma pero no pudo evitar que se le pusieran los ojos como platos
cuando vio aparecer por aquel artilugio, la carta de "Monsieur le president". Como muy
buen profesional y discreto que era, rápidamente se la entregó al interesado, y no sé si
pidió permiso a Lapierre para fotocopiar y guardar el hilo directo con Mitterand.
Reconozco que en mi caso personal hubiese hecho la fotocopia y después hubiese
solicitado permiso. Claro, que yo soy menos respetuoso que él. En realidad fue una
anécdota mas para las entrañas de Casa Ruba, que ha seguido dando juego hasta ahora,
independientemente de la visita real de Balduino y Fabiola, de la noche de bodas de un
ilustre periodista, de las consultas que por allí pasaba periódicamente un afamado
curandero del Valle de Tena. También en esta casa ha estado Fernando Alonso, y Juanito
Oiarzanal, Fernando Garrido, Carlos Pauner, Teresa Zabel... Colmo valoración mía
añadiría que en torno al lugar, que me atrevo a calificar como la Casa de Biescas, se
podría escribir igualmente una antología de HOLA hasta la actualidad, pero en versión
pelaire, que para mi seria mas interesante. Que testigos hay para estas historias y de
todos los colores. Eso si, que nadie se ponga colorado, que si se portan bien no daré
nombres.
Mi historia con Biescas, la tierra en la que he crecido y hasta formado, se remonta
también a tiempos en los que la calle principal era La Esperanza y la paralela la calle
Mayor, y en ambas el firme era de tierra por el que las vacas volvían de sus pastos para
entrar en las cuadras, no sin dejar los restos de la hierba digerida. Soy pelaire, y a mucho
orgullo, desde el día que entré por la puerta de Casa Sebastián. Suelo decir que los de
Biescas somos como los de Bilbao, que nacemos donde nos da la gana. Alli me recibió
una familia, la autentica, la mía, en la que fui uno más enormemente querido. No hay
palabras que puedan definir el cariño tan inmenso que recibí desde el primer momento.
Que con cariño me llegaba igualmente alguna bronca a todas luces merecida. Por poner
algún ejemplo, cuando me sorprendían robando fruta de los arboles a los cuales me
subía. El abuelo me reprendía, la abuela me tapaba, mis tíos y tías y tías abuelas, y hasta
mi padre se reían en ujn silencio que yo escuchaba, mientras que a mi madre le
correspondía ponerse seria. Recuerdo todo eso y me rio, colmo me rio ahora de las
travesuras que hacen mis sobrinos, y las de los hijos de los primos hermanos, mas
sensatos que servidor de ustedes y de Cristo bendito. Admito que se me diga exagerado,
pero bien es cierto que para mi Biescas es el autentico paraíso de los paisajes
maravillosos, de la gente buena y hospitalaria. Y que no me diga nadie pelota, que me
enfadaré. Digo lo que siento y eso es irrebatible.
Alli tuve mi primer par de esquís. Fue un dia en el que los niños como yo aprovechamos
una nevada muy intensa y nos fuimos por los costeros de Jarandin a lanzarnos y a
estrellar nuestros cuerpos por las pendientes. Los otros chicos me dejaban sus tablas de
cuba y ataduras con cuerda para que disfrutase como ellos. Pero me sabia muy mal que
tuvieran que limitarse a contemplar mis lanzamientos nada ortodoxos. Apareció esa
jornada un chico mayor que nosotros, hijo de un guardia civil del cuartel del pueblo, y me
dijo que si le daba un duro (5 pesetas) me conseguiría unos cubanos muy buenos.
Sacrifique mi propina, pero al dia siguiente esquiábamos todos y hacíamos unas risas
que bien merecieron mi sacrificio económico. Si, que en juergas de este tipo estaban mis
amigos Pepe, Juan, Jorge, Manolé, Pedro, Kiko, Eduardo, Toñin Campo, Toñin de Casa
Chorros, Ramon, Jesús, José Mari... Algunas chicas se apuntaban a este equipo de
delincuentes bondadosos, y a veces eran mas terribles que nosotros. Jugábamos a
policías y ladrones (yo siempre ladrón), cazábamos gamusinos por la noche en La
Conchada, y hasta en grupitos secretos nos dedicábamos a fabricar pólvora casera, que
ahora la traen los feriantes con todo hecho.
Luego vendría la generación de mis primos encabezada por mi hermano Kiko, pero ellos
me seguían a larga distancia, aunque también disfrutaba felizmente de su cariño y hasta
con cierta dosis de malicia.
Esto no es mas que una parte del anecdotario que como viejos amigos y viejos primos y
hasta colegas comentábamos Ramón Ruba y yo entre risas y risas, y a veces entre
güisqui y güisqui. No hace mucho me decia: "Como buen pelaire que eres, debes de
escribir mas de Biescas". Lo intentaré, Ramón. No se tratará de un deber, que Biescas
se ha convertido para mi en un paraíso hacia el que siempre seguirás queriéndonos con
tu sonrisa desde allá donde estés.
MANUEL ESPAÑOL
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