“Tengo una pena penita pena que me arde por las venas”. Que así reza la canción de Quintero/León/Quiroga, que hiciera famosa a través de su voz la “Faraona” Lola Flores. No es que me haya entrado ahora la vena folclórica, que no sería malo; sucede que mi pena mezclada con ciertos aires de cabreo está marcada por la suerte de gran desprecio sufrido por el monarca emérito Juan Carlos I. ¿Qué está muy enfadado? Eso sería poco. “Pues tiene toda la razón. Majestad, que le profeso un gran cariño y estoy de su parte. Este país tiene mucho que agradecerle. Se lo dice un humilde plumilla.” También deseo precisar que hoy no pretendo introducirme en interioridades políticas ni gubernativas. Tan sólo las justas, y con justicia. . El caso es que la indignación que siento resulta tan enorme… Y con este ánimo cargado de intenciones, lo que sí quisiera poner son los puntos sobre las íes, que de no ser así, reviento. La Cámara Baja fue el escenario de ¿un justo...
Se puede soñar a través de un viaje abierto por los espacios infinitos de la libertad, la cultura y el diálogo