Ir al contenido principal

CUENTO DE NAVIDAD / CON SURREALISMO Y MUCHA GUASA


Allá, al otro lado de la ventana de donde me encuentro, oigo cantar al gallo dos y hasta tres veces. Abro un ojo, después el otro. Intento darme media vuelta y dormir de nuevo, pero los sonidos gallináceos parece que han despertado a esos animalitos con cuernos llamados vacas y toros. Así que mugido tras mugido, la casona y su alrededor más inmediato se convierten en un estrafalario teatro rústico en el que se ofrece todo un concierto atonal dirigido por una batuta loca y desesperada. No puedo evitar que desde mi maltrecha pero potente garganta saga un “mecachis la mar salada con los animales estos”, además de otras lindezas que no me atrevo a traducir, porque soy educado. Para colmo, despiertan dos perros y tres o más gatos que comienzan a ladrar y maullar desesperadamente. No puedo más y mis quejidos descoordinados los pronuncio de tal manera que no se entienden y resultan de lo más parecido a los ruidos de un Tarzán brutote a la deriva. Asustado, aparece mi primo Pepitín, dueño de la granja y solterón, que además ejerce su profesión de veterinario rural. Dice que no me excite, que si me encabrito subirá alarmantemente la tensión arterial, el colesterol malo, los nervios y todas esas amenazas que marcan por adelantado el declive de la edad biológica del ser humano. Me recomienda tranquilidad y hasta asegura que si le hago caso pronto me parecerá todo muy natural. ”Escucharás por las noches –me dice guasón- unos sonidos fantasmales a los que también te acostumbrarás”.
Tiemblo, pero es que a la vez también me indigno, y si no fuese por la promesa que le que le había hecho a Jimena de pasar unos días con mi primo, que es el único habitante estable del pueblo, además de Evaristo y Pedro, sus ayudantes, ya me hubiese largado. “Pobrecito –aseguraba ella- tan solitario la mayor parte de los días, así le harás compañía y juntos disfrutaréis, tu especialmente, de un paisaje para enamorar”. Le contesto: “Yo solo estoy enamorado e ti. Y además te echaré a todas horas en falta”. Risitas de ¿mi santa?, quien igualmente reconoce que “de esta manera, al tiempo alegras la vida a Pepitín dándole un toque familiar y a la vez te alejo un poco de Lucrecia, que diciendo eso de que os queréis mucho, que de pequeños ya jugabais a papás y mamás, y el caso es que por muy amigas que seamos entre nosotras, siempre me tiene mosca la muy graciosilla, y más ahora que está recién separada del marido”.  “Yo, yo, yo? –le respondo-. Tienes una imaginación destartalada y demasiado  grande. Que no, que solo pienso en mi medio limón, preciosa”. “Pues por mi no te preocupes –responde ella-, que me quedaré estos días en Biescas con la tía Cuqui, que tiene tres cabras a punto de parir y ella sola se apura bastante”. No sé cómo lo consigue, pero lo cierto es que mi chica siempre me convence y digo sí a la primera, como si fuera un auténtico varón domado. Creo que lo soy. ¡Qué poderío el de mi mujer y qué inocencia la mía!
El primo es un tipo genial y bonachón, vamos, lo que se puede decir de un aragonés de la montaña. Atesora toneladas de humor somardón. ”Anda, levanta de una vez y espabila, que hace una hora que las gallinas no paran de cantar. No veas la de huevos que habrá para que desayune bien el señorito”. A punto estoy de dar rienda suelta a mis improperios, pero tengo reflejos rápidos, y la realidad es que  las frases de Pepitín también me animan en plan devorador, por lo que dejo la cama dando un brinco muy alegre y me dirijo hacia la ducha. Desnudo, coleando y tiritando de frío, abro el grifo y doy un  berrido tan terrible que se escucha a varios kilómetros a la redonda , además con ecos muy chungones. Evaristo y Pedro están que se parten de risa al mismo tiempo que dicen que “Este Gabino presume de montañés, pero es menos de lo que imaginábamos. Y mi primo que se pone en plan de director de orquesta, que a ver quien es el más primo de los que estamos aquí. Creo que soy victima de una broma que pide venganza insana, y mi primo, que sigue  con unas ganas de broma increíbles, que me llama destarifado y capitalino. “Anda, capullo –me dice-, ponte primero los marianos, una camiseta de felpa de manga larga y unas botas con calcetines recios, y bien abrigado, prepárate a desayunar huevos con fritos de dos yemas con jamón y patatas, un buen tinto del Somontano de Barbastro, así como un café que nuestros amigos saben preparar como nadie. ¿A quien se le ocurre ducharse con las cañerías a punto de congelarse cuando en el exterior estamos a diez grados bajo cero? Alegra ese rostro, capitalino que has traído, y vamos a disfrutar de nuestra existencia aunque sea en soledad, que Pedro y Evaristo se marchan dentro de dos horas a sus pueblos a pasar unos días enteros con sus familias”.  ¿Y tu y yo solos aquí y sin mi Jimena?”, le comento.  Y el noblote de Pepitín se queda paralizado no sabiendo qué decir, hasta que le da un ataque sincero de cariño: “Venga un agrazo, Gabino, que hoy es Nochebuena y mañana Navidad. De momento tenemos trabajo en abundancia a partir de ahora montando el Belén, y después para preparar una cena muy especial. La recordarás durante toda a vida, porque además cantaremos hermosos villancicos de todos los estilos.  Sonrío por el entusiasmo mostrado por el primo, pero a la vez me pongo triste porque ya echo en falta a Jimena y a Cuqui . “Qué villancicos no qué estilos pienso calladito, pero el otro me ha entendido muy bien como si estuviéramos en plena comunicación: “no tengas pereza ni temores, tontín, carguemos las alforjas en los dos mulos, que con ellos subiremos a la Cueva de Lobo acompañados cada uno por su bota de vino a modo de calefactor interno, e instalaremos nuestro Belén montañero de todos los años”. Bota va y bota viene, en vez de villancicos me salen jotas, y una de ellas se la dedico al Niño, que ya que el pobretón está a punto de nacer, que lo haga con sentido del humor, ¡Jo lo que hace el Somontano! Pero con el frío y el viento algo intenso, la alegría se diluye con la  misma facilidad de unos copos de nieve arrojados a la hoguera. De regreso y un poco en la lejanía ya se distinguen los campos escarchados y las pocas casas abandonadas que quedan en el pueblo. A la vez, un servidor de este Cristo que llega al mundo, pensando en mis amores. No digo nada porque reconozco que Pepón se desvive conmigo. Y como asegura mi chica: “el pobre está tan sólo…”. No sé si debo cantar y cantar para dar la sensación de una alegría que no tengo, por lo que me arranco con esa coplita de este tiempo en el calendario, que terminamos cantando a dúo: “Esta noche es Nochebuena y mañana Navidad/echa la bota María que me voy a emborrachar”.
Ya más cerca de la casona, observo que de la misma sale humo tras el crepitar de una llama. “Pepitín, que me parece que tu casa se quema. Corramos a ver si llegamos a tiempo”. Y el otro canta un villancico profano tras otro”. Mientras, el primo se carcajea ante uno de mis arranques de mal genio. “¿Es que te falla o te falta el olfato, Gabino?” Le miro con cara de tonto que no me resulta difícil poner, y a los tres o cuatro segundos noto aromas de brasa a base de pescados, marisco y carne y de otros exquisitos manjares. No entiendo nada pero la animación va creciendo. Cuando estamos a punto de entrar por la puerta de las caballerizas, escucho cantares mágicos y voces de ensueño. No doy crédito a lo que barrunto, y ante nuestros ojos en la puerta del establo encontramos una gran estrella iluminada. Creo estar soñando al contemplar anonadado  en el interior, a Jimena , Cuqui y Lucrecia que se divierten de modo apócrifo y sin mala intención y sin ánimo de ofender, simulando aires parecidos a la Sagrada Familia. No me esperaba esto de ellas, las muy canallas. Está claro que los dos hombres nos vamos a introducir en el grupo tras improvisar una remodelación: a Pepitín le pondremos pañales, yo haré de San José, Jimena de Virgen, Lucrecia de Ángel anunciador, y Cuqui, como es muy generosa, de Reina Maga.
Como dice mi primo se presenta una noche que no olvidaré en la vida. Jimena no se separa de mi ni me pierde de vista ni un instante, a Lucrecia y a Pepote les damos por desaparecidos enseguida, y la tía Cuqui, que iba a ejercer de moderadora, dirige todo el montaje a su manera tan disparatada, mientras suena: “En el portal de Belén hay un hombre haciendo migas/se le cayó la satén/y se la comieron las hormigas”.
Navidad más surrealista, imposible.

MANUEL ESPAÑOL

Comentarios

Entradas populares de este blog

HORA BRUJA / LUNA LLENA EN PRIMAVERA

La luna llena en primavera siempre resulta sorprendente, vista desde donde sea. Crecen las ilusiones, se ven montañas y ríos que atrapan hasta fuera de tus órbitas, mientras la mente se dispara dando vueltas y más vueltas. Ríes, lloras de emoción por lo desconocido que te parece un mundo extraño. Es el poder de la noche que ilumina, aunque no te des cuenta, por fuera y por dentro, y hasta por donde no se ve. Aprovecho esa situación desconocida y comienzo a subir por unos relieves extraños que agitan el ritmo de tus sentimientos. Poco a poco me introduzco en una zona de lagos con ninfas juguetonas y bosques salpicados por seres traviesos que te remojan,  e incluso corceles alados  que saludan desde lo alto de la atmósfera a este alocado terrícola y eterno despistado llamado Gabino.  Y mi cuerpo sonríe, asciende despacio, sin prisas, tan solo superado por la mente quieta y callada, mientras participo de una danza que invita a bailar con la imaginación. Es el momento de recordar a B

HORA BRUJA / EL CASO DE LA MUSA SIN ROPA SOBRE UN CABALLO ALADO

Es de noche, el cielo está limpio y estrellado. Ni una sola nube enturbia la atmósfera. La observación del cosmos parece que es nítida. Hoy no está conmigo Jimena, aunque me ha dicho que llegaría pronto a casa. Abro la ventana de mi habitación y me dejo iluminar por la luz selenita. Apago la lámpara de mi mesilla y proyecto hacia fuera la mejor de mis sonrisas. Al fondo, a lo lejos, a una distancia que no sé calcular pero que me parece inacabable, no se ven mas que astros que ponen en marcha ese motor extraño llamado imaginación y que tanto activa la mente que ha de conducirnos hacia un mundo extraño. ¿Qué puede haber más allá? Quiero saber y pienso en la existencia de seres que aparentan ser humanos, o animales, e incluso medio animales, que parecen salidos de una odisea multicolor con predominio azul y aparentemente caótica, pero que aviva las dimensiones más extrañas. No sé donde va a dirigirme la mente,  acompañada, eso sí,  de toda una  vista cargada de surrea

EL CANDIL / CAÍDAS VIRTUALES QUE HACEN DAÑO

Hoy es un día triste. Me ha dado por pensar y ello siempre supone un fuerte peligro, aunque no sé para quien. Afortunadamente no tengo acceso al botón nuclear, ni capacidad para inventarlo. Y eso les salva a ustedes, insensatos lectores Que sí, piensen que en la vida hay que tener por lo menos un gramo de locura al alcance de nuestra mente, para que afloren algunas sonrisas que siempre nos vienen y a veces diluyen las malas vibraciones cargadas de sombras oscuras y rocosas. Parece que el camino de rosas ha desaparecido, o está muy ensuciado, si es que alguna vez existió. La sociedad está crispada, también si tocamos los temas que rodean la política, que en época electoral entre unos candidatos y otros se lanzan los trastos a la cabeza, a veces con aviesas intenciones. Y es que si en esta tesitura nos encontramos, resulta más que probable que tropecemos con grandes pedruscos, que también son virtuales, pero que te lanzan rodando por el monte virtual cuesta abaj