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EL CANDIL / SAUDADES DE UN NIÑO ADULTO



Caen las hojas otoñales y arrastran consigo las del calendario. Siento saudade, que el tiempo pasa y no lo puedo evitar. ¿Demasiado volver la vista atrás? No sé si lo que quiero es poner mis manos sobre los ojos y a la vez pretendo no ver. Me dijeron una vez y me lo repitieron muchas más, que recordar es vivir. Son tiempos pasados, y lo que importa es el presente y el tiempo futuro. ¿Sí o no? El caso es que siempre tengo mis dudas y por momentos se acrecientan. ¿Qué queda de aquel niño que jugaba a orillas del Huerva y que con los anzuelos de las pescaderías se hacía una caña de pescar y que todo lo más que sacaba no eran peces sino alguna bota vieja y sin suela? ¿Qué queda de ese niño que creció en Biescas y que soñaba maldades y bondades, todas a un tiempo?, ¿de ese jovenzuelo que miraba embobado a las buenas mozas del lugar? Sonrío y me doy cuenta de que el tiempo pasa de manera firme a pesar de mis indecisiones. No las puedo evitar. Vuelvo a percibir toda una sensación, positiva o no,  inundado de esa mencionada saudade que me incita a ver el futuro con los ojos de un infante inocente de un tiempo que se fue y que no puedo cambiar, y no sé si quiero. Continúo, deseo continuar  sintiéndome como un niño. Deseo seguir las huellas profundas marcadas por  aquellos que se fueron y marcaron el camino; esa es la obligación que me trazo como un ser libre que a pesar de sus años avanzados quiere ver su futuro con atisbos de optimismo. Hay que soñar y mantener un estado onírico que moldee un sentir en paz consigo mismo, y siempre acompañado de unos sentimientos y situaciones que mantengan las sonrisas abiertas y las miradas entre las personas, constantemente en plano de igualdad en un  mundo libre. Nadie es superior a nadie, ninguna raza es superior a otra. Vivamos los seres humanos, sean del país que sean, de manera que podamos vernos todos sin desviar la mirada. Y a pesar de que las hojas otoñales sigan cayendo y uno se desenvuelva entre un pasito adelante y otro hacia atrás, siempre pensaré en que la primavera volverá.
 ¡Vaya, me ha caído una hoja muy grande en la cabeza!

MANUEL ESPAÑOL

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