

Muchos años ha, tener una arradio en casa, era un casi un lujo, total para un abanico escaso de emisoras: Radio Nacional, la SER, Radio Juventud y Radio Popular. Luegoaparecerían las FM. Poco después comenzaban de forma ensordecedora, las emisiones de OC, muchas ubicadas en el extranjero. Al principio la más escuchada era Radio Andorra, "emisora del Principado de Andorra", frase que pronunciar una locutora con voz sexi. Y no digamos de Radio España Independiente, o Radio Pirenaica,.. Pero los discos dedicados "de quien ella sabe", las novelas y concursos acaparaban a atención.
Han pasado décadas de aquello, y sin
saber los motivos y quizás llevado por la emoción, vuelvo la vista atrás. Me
encuentro revisando una antigua colección fotografías de época sacadas de una casa humilde, en la que habitábamos
dentro de un ambiente familiar en el que solo había cariño y amor. Ahora tales seres tan
maravillosos viven en mi memoria más íntima, de la que nunca desaparecerán. Acompañado
de dos de mis sobrinos, ya en un piso
confortable, creo que me parezco al “abuelo Cebolleta” contando sus viejas y a
veces hasta divertidas batallas. Pero este tito casi siempre con un sentido del
humor que no quisiera perder jamás, se pone triste y comienza a mostrar un
rostro más serio y cargado de nostalgia. Jimena se ha dado cuenta de mi
situación interna y saca a los chicos de la estancia, con la excusa de que han
venido las hijas de una prima suya, que están de muy buen ver. Rápidamente, los
chicos se ponen más risueños, me dan un beso y me dicen: “Hala, Cebolleta, que
estas chicas son más guapas que tu. Plasta, que eres un plasta”. Y se van cantando una jota de
picadillo que les sale muy bien y que saben tanto me divierten.
Me han dejado solo y paso de nuevo a
revolver por la colección gráfica que yo mismo hice con una vieja cámara que me
regaló el tío José, de Toulouse, además de las que guardo y pertenecían a mis
padres, al abuelo, a la abuela, a mis tíos y a mis primos, entre otros.
Una de las imágenes se cae al suelo, me
agacho a recogerla, la observo fijamente y es la foto del viejo receptor de radio
con lámparas, que a falta de televisión, para nosotros era una fábrica de
sueños y de ilusiones, a pesar de que el sonido tenía sus defectos.. Eran
tiempos de Angelillo, del apogeo del Príncipe Gitano, del de la genial Concha Piquer, de Miguel Fleta, de Rafael
Farina, de un Juanito Valderrama que emocionaba, no solo a los radioyentes con
“Adiós mi España querida”, sino a los españoles exiliados en Francia. Vamos,
que de ello fui testigo en la ciudad hermanada afectivamente con Zaragoza. Ante
esta situación, no puedo evitarlo, me afloran los sentimientos con un toque
lacrimal.
Lo ojos se me nublan y los cierro para
emprender un viaje regresivo a aquella
nuestra vieja casa a orillas de un río que desemboca en el Ebro , siempre
castigador por el viento fuerte que arrasa todo cuanto sale a su paso. Aún
recuerdo aquellos seriales de Guillermo Sautier Casaseca y Ama Rosa, que me aburrían
soberanamente; pero disfruté más de “Matilde, Perico y Periquín”, con Pedro
Pablo Ayuso (padre de Marisol Ayuso), Matilde Vilariño y Matilde Conesa como
intérpretes principales y hasta. de “La saga de los Porretas”.
Mi padre era un gran amante de la música
y gracias a él aprendí que había un barítono sensacional, que no era otro que
Marcos Redondo. Fue él quien me abrió
las puertas del olimpo de la música, pero a pesar de que el receptor era
malillo, su voz sonaba muy bien y se parecía a la de los ángeles supremos.
Gracias a este cordobés nacido en Pozoblanco el 24 de noviembre de 1983, fue
aumentando ese sentir con sabor aragonés.
Aún recuerdo aquella voz coqueta y seductora de la locutora de la SER cuando
decía así: “Acaban de escuchar “Ojos verdes” a cargo de Conchita Piquer.
Inmediatamente ustedes disfrutarán de nuevo, de Marcos Redondo , “Soy de
Aragón”; dedicado a Pepa Mancho, Sabina León, a Paco Terrer, a quien ella sabe,
dedicada por su admirador más querido. Y así hasta completar una extensa lista
de nombres, a la espera de que sonase la voz mágica que emborrachaba de buenos
sentimientos. Mientras tanto, la voz paterna avisando: “Chiquitín, corre, que
canta Marcos Redondo”. Y allí que me plantaba en menos de dos segundos, estando
todos reunidos alrededor del receptor, como si de allí saliese ese cantante
para darnos la mano, y para ese niño que era yo, hacerme alguna caricia.
Admiraba tanto a este artista, que me entró una casi enfermiza admiración por
la zarzuela, ópera, orquestas sinfónicas, y hasta he llegado a comprender que
el lidl es un arte sublime.
He dejado el llanto y vuelvo a sonreír
tras los efectos de los recuerdos. “¿A que no sabes Jimenita de mi alma que
música voy a poner para tu deleite?”. La respuesta estaba muy clara y no daba
lugar a equívocos: “Soy de Aragón”, por Marcos Redondo”. ¡Nada menos. Así, como
suena!
MANUEL ESPAÑOL
Si
el sufrido lector dispone de internet, puede disfrutar intensamente de una voz
única, a través de Youtube.
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