No soy el hombre invisible, pero si me
llaman el loco surrealista, puede que les dé la razón. Aunque sea con un gramo
de locura, hay que lanzarle una sonrisa a la vida, y así uno se sentirá más
feliz. “Ay Señor, Señor, Señoooor,
Señoooor -que como dijo un amigo mío
de la farándula-, todo lo hiciste
perfecto, pero conmigo te excediste”. Imagino que no te enfadarás por esta
pequeña introducción irónica que te hago cargado de buenas intenciones y
guiñándote uno de mis ojos con el deseo que te des cuenta de que si soy así,
qué le voy a hacer…
Estos días estoy metido de lleno hasta el
cuello en plena vorágine de lectura, y puede que sea el motivo de esos ataques
sin malicia que me llegan por un lado y me salen por el otro. La culpa la tienen Dante
Alighieri y José María Micó, que entre los dos me han metido de lleno en la “Divina Comedia”.
Sí, se trata de una obra tremenda donde las haya, capaz de poner entre las
brasas los pelos de punta y no quemarse los mismos, a pesar de tan altas
temperaturas acrecentadas por un auténtico pavor del que no sabemos donde ni cuando se pondrá la palabra fin, porque
dicen que el miedo en este inframundo, es intenso e infinito. Y no digamos nada
de los mares helados con agua podrida que atenazan a las almas envueltas en el
horror.
No voy a explicar el impresionante texto
argumental, que de ello ya se han encargado un gigante de las letras italianas
que empezó a agitar nuestras mentes en el año 1300, mientras que Micó se ha
encargado de hacer una traducción magistral en la que ha volcado con intensidad
máxima, todo su entender y profundidad para hacer partícipes a todos humanos de
este siglo XXI y venideros, de toda una serie múltiple de sensaciones, puede
que difíciles o cuasi imposibles de entender, pero que enganchan desde la
primera galerada hasta la última. Gracias, doctor José María Micó, que ha
puesto una obra maestra propicia para un completo entendimiento al alcance de todos.
Según el entender que trasluce Dante, las
puertas de entrada del infierno se encuentran en el entorno de Jerusalén, si
bien algunos otros autores difieren hasta indicar que son diez e incluso más, las
puertas distribuidas por este mundo, ¿diríamos traidor? llamado Tierra. Y a
partir de allí comienza un periplo del poeta toscano por los nueve círculos que configuran un
tronco de cono, en cuyo fondo se encuentra el jefe Lucifer, encargándose de los
atroces sufrimientos de Judas y Bruto, entre otros condenados a pudrirse y a sufrir
eternamente en el grado máximo por esos pozos sin fin cargados y rebosantes de restos carroñeros.
¿Qué hay de cierto en ello?. Por lo
pronto y de momento puedo decir que la lectura me entusiasma, me seduce y hasta
agota. Dante, acompañado del poeta Virgilio, el día de Viernes Santo de 1300, a
lo largo de veinticuatro horas, vivió sufrió y gozó un intenso recorrido
durante el cual puso su alma en vilo. Gracias y a través de la fuerza dramática
y poética que sale de las profundidades de los corazones, me he decidido afirmativamente
para formar parte del cuadro acompañante de dos genios de la poética,
poseedores ambos de una sensibilidad exquisita, a la vez que profunda, que
perfora hasta allá donde más duelen las amarguras, pero que llega junto a Virgilio y Beatriz hasta las cimas del
cielo, de un paraíso cargado de paz, y dicen que de sonrisas. Pero no, que al
cielo no he llegado, y si de verdad existe, presiento que no lo alcanzaré nunca, por mucho que insista,
aunque mi deseo es estar con los buenos y los justos. Sigo en el infierno, y
asqueado me encuentro para escándalo de mis descastados oídos. Gente fea,
monstruosa alineada en sepulturas de espanto que activan las pituitarias
malolientes. Y uno, que pensaba que obispos y papas eran buenos, rectos e infalibles, pues a algunos de tal estirpe
los he descubierto en mares de barro y de asquerosos desperdicios. Así que
muertos y enterrados con todo el boato, todo su gozo acabó en un pozo.
Pero que no sufran los lectores, que la
“Divina Comedia” no está hecha para pasarlo mal, sino todo lo contrario. Se
abre al arte, a la sensibilidad, y proyecta belleza, además de algunos toques precisos
de amor, humor y desamor.
Sigo en el infierno y ansío salir entre los laberintos con cierta carga surrealista
que proyectó el poeta de los poetas. Doce años tardó Dante en escribir su obra
maestra que me va abriendo profundas huellas. Doce años de inmenso trabajo
traducido en una visita de veinticuatro horas, resumen una intensidad entre
física y espiritual que produce efectos mágicos entre los lectores, que tan bien
ha sabido reflejar José María Micó
“Señor, no me tomes a mal si no comparto
el manierismo al uso, ni las coronitas que adornan a los santos. ¡Hay tantas
cosas que no entiendo…! No te ofendas,
¿pero es que tu me entiendes a mi? Disculpa mi osadía.
MANUEL ESPAÑOL
.......................................................
MICÓ, EN “THE NEW YORK
TIMES”
«Vertida
al español en endecasílabos sueltos, con rimas asonantes no sistemáticas,
respetando la sintaxis original, la Comedia de
Micó fluye como una novela. También ha hecho un gran trabajo el equipo de la
editorial Acantilado, que ha logrado que los 14.233 versos y el material
erudito quepan en 940 páginas de papel biblia: una edición al mismo tiempo
lujosa y de bolsillo. Una joya».
Jorge Carrión
Jorge Carrión
Comentarios
Publicar un comentario