Entre la tita y yo sumamos en este entorno unos quinientos libros, en los que no faltan las firmas de Jardiel Poncela, Miguel Mihura, Pedro Muñoz Seca… “Y no me protesten, que igualmente están incluidos Miguel de Cervantes, Lope de Vega, Federico García Lorca, Calderón de la Barca y hasta Guillermo Shakespeare”.
Algo vago y por naturaleza, también lo soy, y a fin de descansar de la paliza de subir la escalera, nos pusimos de acuerdo y acarreamos con las fuerzas restantes dos camastros que también sirven para dormir la siesta y dar alojamiento a dos invitados que no deseen excesivas comodidades.
Hoy he decidido aislarme aquí arriba, y para ello, con la finalidad de estar solo, a Canelo lo he alojado en la cuadra de la casa para hacer compañía a Cancionero y así ambos protegerse del fresco. ¿Así que todo controlado? Parece que sí, pero es que no, que a Micifuz no hay quien le pueda controlar ni en sus escapes líquidos, en los no líquidos, ni debajo de las sillas. Al final logro encerrarlo en la leñera, y veremos qué puede pasar. A que Cuqui en su regreso le da por echarme la “cantada…. “Pero ya tengo preparada la respuesta: “ha sido el gato”.
Por su parte, Sultán, que es fiel, buenazo y listo y que cuando le da resulta ser el cuadrúpedo más sensato de la casa, como siempre lo llevo pegado, ha entrado conmigo a la vez en el desván, dando brincos y moviendo el rabo en plan juguetón. “Pues nada, Sultán, aquí tendrás que pasar la noche conmigo. “¡Y no me ladres”! Caso omiso de inmediato.
Observo que el animalito noble pero travieso como yo, se dispone a alzar la pata derecha trasera con intenciones fisiológicas y rápidamente abro la puerta del balcón, y el riego va a parar al corral, para cabreo de algunas insensatas gallinas ponedoras. Y yo que pensaba almorzar con huevos fritos a la mañana. .. Finalmente le dejo entrar a Sultán, y el pobre, que es muy agradecido, me pone las patas delanteras encima del los hombros y me ataca de nuevo cariñosamente con sus lametones, que debo reconocer un poco de asco ya me dan, y eso que me los da el buenazo.
Me asomo sentado al balcón en una pequeña butaca y me dedico a la observación de montañas como Arratiecho, Erata, Burrambalo, Peña Telera, las de Aso, Yosa y Betés. El espectáculo que se pone ante mis ojos resulta muy hermoso. Me deleito con el panorama, viendo como el atardece es impactante y se dibujan unos perfiles especiales que marcan siluetas invitadoras a soñar. Para colmo el firmamento se ilumina también con la luna llena. Confieso que me he dormido y no sé si el despertar se ha producido de noche o de madrugada, o en el intermedio. Así que me levanto, intento hacerme con el bocadillo de chorizo para casos de buen apetito, y no lo encuentro. Decido encender la luz eléctrica y me encuentro a Sultán dormido en uno de los camastros, y con restos masticados de ese bocata. Ahora soy yo quien ladra. Se despierta en el momento y todo satisfecho salta y se me pone a chupetear. ¿Y ahora qué hago? Este perro mundo…
MANUEL ESPAÑOL
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